domingo, 1 de diciembre de 2013

CAMINITO DE BELÉN

CRÓNICA DE UN DESENCANTO




Todos los astros forman un círculo perfecto para converger sobre nuestro país y guiarlo a la hecatombe de la bajeza intelectual y moral.

No hay reforma educativa wertiana que consiga reparar el daño que la propia sociedad española se lleva haciendo a sí misma desde hace décadas.

Todos los caminos conducen a Roma, y no hay más que sentirse algo comprometido con el país en el que vivimos para no poder evitar analizar el holocausto al que asistimos.También cabe emigrar.

Una sociedad dormida y anestesiada, pero no por dejadez, aún peor, por ignorancia, por falta de educación cívica, por exceso de comodidad y bienestar poco currado, mal avenido, conseguido a fuerza de dinero prestado sin ton ni son, que recreó un estatus económico que nos hizo creer que habíamos conseguido el sueño americano sin movernos del Mediterráneo.

Españolitos que se vieron con 4 billetes de 10.000 en el bolsillo y creyeron que la cultura,  la educación y el progreso venían con el sello de la casa de moneda y timbre. Inherente.

Nada más lejos de la realidad.

Llevamos 30 años viviendo del cuento de ser una sociedad próspera, con un futuro infinito, basado en una capacidad de tolerancia única en el planeta, donde apoltronados en una Constitución, maravillosa para un '78 fragmentado, pero caduca y retrógrada para la picaresca que nos corroe, le hemos hecho el caldo gordo a los corruptos, mientras comprábamos coches y casas que ni siquiera podíamos mantener.

Un Estado de Derecho ficticio, donde el Estado se ha comido al Derecho.

46 millones de habitantes, 46.000 lectores potenciales de alta literatura. 
Colas de horas para obtener la firma de "la mujer más feliz de España", según versa hoy el dominical de uno de los mayores periódicos de  nuestro país ( un millón de lectores diarios, arriba, abajo), sí, Belén,  en portada del hombre que se jacta de luchar desde las rotativas contra la corrupción venga de donde venga.Ya te vale, Pedro J. ¿Alimentando la cultura?

Y la semana pasada leía encantada un artículo sobre la democracia directa en la Suiza elegante y rica, sin paro, ella, y soñaba con una democracia de relojes y chocolate, aquí , en casa. Y pensaba en el referéndum sobre tener más vacaciones al año, que los suizos votaron en contra, y entonces reflexioné sobre cuál hubiera sido el resultado aquí.
Lo adivináis vosotros también , ¿verdad?. Mes y medio de vacaciones y que paguen el empresario y el estado, que para eso somos una sociedad avanzada y progresista.

Y me sentí desolada.

Opción uno, ir a una democracia directa, aceptar los resultados de los referéndums,  estoicamente, y rezar para que la población vaya aprendiendo a reconocer en carne propia, que no hay otra manera de alcanzar prosperidad que con el trabajo y el esfuerzo. Cosa que no ocurriría hasta pasadas dos o tres  generaciones, con suerte.

Opción dos, imponer una cultura feroz del reconocimiento al esfuerzo, apostillada desde el rodillo de los partidos que nos gobiernan, a cual peor. Ya que no son más como dijo Reverte que el síntoma de lo que somos, y no una "castuza" que viene de la estratosfera a fastidiarnos, no, son nuestro espejo.

¿Cómo? ¿a fuerza de decreto,de imposición,de eliminar hasta la última subvención, las incorrectas y las necesarias, en un totum revolutum de intenciones que no van a solucionar nada?

La única forma de crecer socialmente, se basa obviamente en una reforma educativa absolutamente consensuada, donde todos los representantes de los ciudadanos se comprometan por escrito a legislar al respecto y cierren una Ley de Educación blindada para los próximos 15 años.
Donde además quepan todos, donde los profesores, por muy funcionarios que sean, estén obligados por ley a estar en formación continua, y  deben pasar los exámenes más difíciles de todo el funcionariado español. Donde sólo el excelente pueda ser Maestro de Maestros.

Pero no era suficiente,  lo que la crisis nos ha dejado al descubierto.
Bendita sea si nos ha servido para conocer las vigas machacadas de carcoma que sostenían nuestra idílica España, siempre que seamos capaces de atacar ferozmente una re-estructuración de los cimientos podridos del Estado.

( Qué difícil es escribir y que no se te pasen los garbanzos...)

Mientras escribo por cierto, tenemos un Código Penal del 95, una reforma en ciernes que nos propone perpetua revisable, pero cuidado, a los 15 años podrán pasar a libertad vigilada.
Mientras los familiares de las víctimas vigilan las flores en las lápidas.Y además un montón de asesinos, y violadores no re-insertados, según las máximas autoridades penitenciarias, y menos rehabilitados,a pie de calle o de plató.

Gallardón y su equipo, ya han emitido un informe a la Comité  de Ministros del Consejo europeo, aclarando, (espero que sin jactancia, aunque lo dudo), que la derogación de la doctrina Parot, se está llevando a cabo "sin problemas". (Pág. 8,El Mundo; domingo 1 de Noviembre de 2013).

Y nuestra querida Ana Rosa, que creo tiene dos hijos, tan monos y seguramente tan amados como los tres  que yo tengo,a cortejar a Ricart.
¿Os acordáis de aquel padre, en lucha desgarrada por encontrar a los asesinos de su hija? Yo sí. Espero que vosotros también. Y deseo profundamente que nadie, nadie, en este país tenga la poca vergüenza de no dar al off del mando de la televisión, en el mismo momento en que haciendo zapping, paséis por el circo de los buitres.Lo deseo.Profundamente.Ojalá sintáis esa sensación de homenaje a las víctimas al no engrosar ni en una milésima la audiencia de estos mercenarios de los medios de comunicación de masas.

Por último, y antes de ponerme a servir a mi familia este cocido dominguero, os pido un esfuerzo de reflexión. Buscad el la red el futuro nuevo artículo 559 de la "Ley de Seguridad ciudadana", y leed el Proyecto de "ley" con detenimiento. http://www.elmundo.es/espana/2013/11/29/52985b7468434195418b4592.html

Si aceptamos una vez más esta deriva, seremos los únicos responsables de nuestra propia desgracia.La de haber vivido en un país democrático y asistir a su ocaso.

Mientras tomamos una caña al solecito peninsular esperando que escampe en temporal.

Si seguís el Caminito de Belén, no encontraréis más que pobreza.