martes, 1 de mayo de 2012

Cartas a un maltratador


CONCURSO LITERARIO: CARTAS A UN MALTRATADOR (2º Premio)




25 DE NOVIEMBRE DE 2011


Ay, querido, querido. ¿Cómo estás? ¿Qué tal te tratan? Cuéntame qué tal es la comida. ¿Te la ponen calentita y te la hacen con el mismo mimo que te la hacía yo? Me imagino que no se les ocurre retrasarse en ponértela en la mesa, ya sabes que te pone muy nervioso llegar y que no esté todo al detalle.
Y la cama, ¿es blandita como era la nuestra?¿Te acuerdas cuando me pegabas y me tirabas contra ella? Siempre agradecía en aquellos momentos que hubieras comprado ese colchón tan bueno. Amainaba mucho los golpes.
Ya me han contado, que lo llevas bastante bien. He recibido todas tus cartas, con esas amenazas tan veladas que me lanzas.
Pero te voy a contar, lo que he estado haciendo estos dos últimos años.
He empezado a través de una asistente social, un programa de reinserción de víctimas de violencia de género, donde tenemos una terapeuta, que nos ayuda a curar nuestros miedos. Desde que estoy en ello, ya no tengo pesadillas, ni me levanto gritando aterrada.
También me han ayudado a conseguir un trabajo y he reiniciado los estudios que dejé cuando me casé contigo.
¿Los niños? Están estupendos. A Laura casi le ha desaparecido la cicatriz que le dejaste en la carita. Las del corazón, todavía le tardarán en reparar. Saca muy buenas notas en el cole, ya no tiene problemas de conducta, ni se aísla de sus compañeros.
Hay que ver qué bien nos ha venido a todos, que el juez te diera unas vacaciones.
 No obstante, como ya queda tan poquito para que salgas, hemos tomado ciertas precauciones.
Nos hemos marchado a más de taitantos kilómetros de ti. Ya sabes, por si la pulsera falla, por si te pones nervioso, por si en algún juzgado se traspapela algún documento.
Quiero que cuando salgas, (y deseando que estés reinsertado), no tengas ningún miedo de poder “volverte loco” como tú decías. Para qué vamos a tentar a la suerte ¿No crees?
Al fin y al cabo, como nos quieres tanto, y seguro que querrás lo mejor para nosotros, te dejamos en paz, para que puedas hacer “tu vida”.
Como los niños y yo no queremos ser carne de suceso, hemos pensado, que lejos de ti, y en el anonimato, en este destierro forzoso y voluntario, encontraremos la paz que durante tantos años nos negaste.
Seguro que pronto encontrarás a tu siguiente víctima, es lo que te va, es lo que has mamado, es donde sientes el poder. Aunque en honor a la verdad, no te perdono y espero que toda la violencia que has engendrado, se vuelva contra ti y te acompañe el resto de tu vida, en la más lúgubre soledad.
Del amor que te profesé, ya no queda nada. Del miedo que me inculcaste, tampoco. No te equivoques, solo es precaución, y la llevo junto a mí cada día para que nunca se me olvide quién soy, qué sufrí, cuánto aguanté y qué es lo que jamás me volverá a ocurrir.
También te dejamos la casa, libre, para ti, aunque me he permitido poner rejas fijas en todas las ventanas, para que cada vez que las veas te acuerdes de la cárcel en la que ahora estás, pero sobre todo, en la cárcel en la que nos tuviste encerrados a los tres, la cárcel del dominio, del miedo, del chantaje, del desamor.
Yo seguiré mi camino, intentaré educar a nuestros hijos, en el respeto por el prójimo, en que nadie es pertenencia de nadie, en que la libertad es un bien inalienable, siempre que el coraje de pelear por ella te acompañe. Algo que tú nunca supiste ni quisiste aprender.
Yo sí he aprendido, lo que valgo, lo que soy, lo que puedo y no hago más que ponerlo en práctica cada mañana, y sentirme orgullosa de haber llegado hasta aquí.
El día que ingresaste en prisión, yo volví a nacer, y  esta nueva vida no la compartiré ni contigo ni con nadie como tú.
Ay, querido, querido. Ojalá algún día te perdones a ti mismo y encuentres la paz..

                                                                                                               

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